7 feb 2014

De paso por Newport

Hace unos meses decidí que iba siendo hora de enfrentarme a una de mis tareas pendientes de toda la vida (o casi) y empecé a ver The OC. Sí, lo sé, que, siendo como soy de esas que se tragan prácticamente cualquier serie con tramas adolescentes, no hubiera visto nunca más de dos o tres episodios de esta tiene delito. Y, sobre todo, parece hasta complicado, porque TODO el mundo ha visto The OC. Hasta mis amigos no seriéfilos pueden pasarse horas hablando de ella sin problemas. Pero el caso es que yo no, yo nunca la había visto. Qué le voy a hacer, fui una adolescente un poco rara. En fin, el caso es que la empecé hace unos meses sin tener realmente demasiada idea preconcebida sobre ella, porque de los dos o tres episodios que vi en su momento recordaba alguna escena suelta pero ya está. Y después de muchos altibajos, de periodos de necesitar poner un episodio detrás de otro, y otros en los que ver más de un episodio se me hacía una tarea casi imposible, acabé su última temporada el otro día. Y, con todo, me deja con bastante buen recuerdo.

Digo desde ya que tampoco la pondría ni de lejos dentro de mi lista de series favoritas, adolescentes o no adolescentes. Algo en lo que, de todos modos, probablemente influye el hecho de que la vea ahora y no con quince años (ya, ya sé que no es que sea mucho más madura ahora que entonces, que a mí los palos que me llevo por el camino solo me afectan a medias, pero algo sí que se nota). De hecho, no voy a decir probablemente, porque estoy totalmente segura de que mi opinión habría sido distinta de haberla visto entonces. ¿Que por qué? Pues porque lo que, in my opinion, hace a The OC un ejemplo raro y especial dentro del género es que mezcla muy bien un lado con corazón y "alma" y otro absolutamente mamarracho, loco y excesivo. Y puesto que el verla ahora y no hace unos años hizo que me fuera físicamente imposible sentir el más mínimo cariño por un personaje tan elemental en la serie como es Seth, la parte de la serie que depende de conectar emocionalmente con sus personajes hacía que para mí se quedara un poco coja.

Sí, habéis leído bien: durante dos temporadas y pico odié a Seth con todas mis fuerzas. Sé que es un personaje al que todo el mundo idolatra, pero a mí no me parecía más que un niñato consentido y egocéntrico que luego criticaba al resto por cosas que él hacía sin ningún tipo de vergüenza. Y el odiarlo a él hacía que su relación con Summer me aburriera mortalmente (ella, por su parte, me pareció un personaje totalmente irrelevante durante las tres primeras temporadas, por cierto, cosa que tampoco ayudaba). Menos problemas tenía con Ryan, que en general me parece totalmente entrañable desde la primera a la última temporada. Y lo mismo con Marissa, que con todos sus problemas, sus pataletas, sus dramas y demás razones por las que estoy segura de que mucha gente la odia, me despertaba siempre cierto cariño. Al fin y al cabo, los dramas y el egoísmo de Marissa tenían una justificación, algo que no ocurría con Seth más allá de que sus padres, que la serie intenta pintar como el ejemplo a seguir (cosa que a mí me obligaba a hacer unos rolleyes que ni Liz Lemon), le habían consentido todo y más. Así, durante buena parte de la serie el grupo principal de personajes quedaba demasiado desequilibrado para mí, que es la razón principal por la que nunca conseguirá colarse en mi lista de favoritas.

De todos modos, sí que puedo reconocerle una cosa en sus personajes: con todo lo mamarracha que es, se preocupó por hacerles crecer, por hacerles cambiar. Y desde que empiezan la serie hasta que acaba su camino en ella, todos son bastante distintos, al menos desde mi punto de vista. Todo esto no quiere decir que no valore también la parte más absurda y loca de todas sus tramas, conste. Es más, una cosa que valoro mucho y que me encanta en The OC es cómo no tienen ningún problema en hacer referencia constantemente a sus tramas más locas. Si vas a ser una serie con un lado mamarracho, qué menos que abrazarlo. 

Precisamente por eso de mezclar un lado con el que conectas y otro absolutamente mamarracho, la cuarta temporada es de lejos mi favorita, por mucho que a alguno le choque. De las dos primeras temporadas hubo cosas que me gustaron mucho, pero el factor Seth/Summer siempre era un punto negativo. Y la tercera casi que la borraría entera de mi memoria (salvo a Julie Cooper, claro. Pero es que Julie Cooper es lo mejor de toda la serie siempre). Pero en la cuarta me resultó mucho más fácil conectar con sus personajes, sus tramas me parecieron mucho mejor conseguidas y en general me pareció una versión de la serie mucho más centrada, crecida y mejorada. Quizá si toda la serie hubiera sido como la cuarta temporada, The OC se colaría en alguna de mis listas. Tal como está, de todos modos, me llevo buen recuerdo, aunque no la ponga entre mis favoritas.

¡Saludos!

PD: El otro día empecé a ver Betas y por ahora me llama lo suficiente para seguir. No es que haya visto mucho, pero entiendo a sus personajes y, sobre todo, me gusta cómo transmite la idea general detrás de la serie, esa de tener la necesidad de triunfar en algo y poner todo el esfuerzo del mundo en ello.

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