3 feb 2014

I dig it

Si me llegan a preguntar hace un mes, habría dicho que ni siquiera tenía claro si iba a ver American Idol este año. Después del HORROR (así en mayúsculas, no podría ser de otro modo) que fue la temporada pasada, de la cual no recuerdo ni quiénes fueron finalistas, la verdad es que se me habían quitado un poco las ganas. Y se me habían quitado las ganas aun teniendo en cuenta lo mucho que he vivido otras temporadas, el cariño que les acabé cogiendo a algunos concursantes y, sobre todo, la paciencia infinita que tengo para estas cosas. Pero claro, por mucho aguante que tengas, una temporada entera de gente random cantando baladas mal y siendo alabada por ello acaba con la paciencia de cualquiera. Aun así, decidí que después de los buenos momentos que me había dado el programa, tenía que darle al menos una oportunidad y luego ya si eso decidir si seguía o no. Al fin y al cabo, difícilmente iban a conseguir que fuera aún peor que la temporada anterior. Y, con la tontería, me alegro un montón de haberle dado esa oportunidad, porque los seis episodios que llevamos se me han pasado en un suspiro. Y, sobre todo, nos dejan bastante claro que la temporada tiene al menos bastante potencial, que no es poco.

Por primera vez en ni sé cuánto tiempo, se nota que este año han decidido ponerse las pilas e introducir una serie de cambios que le hacían muchísima falta al programa. El primero de ellos ha sido claramente un tono muy distinto para las audiciones. Si bien otros años siempre teníamos nuestras raciones de freaks e historias dramáticas, esta vez ni una sola nos han mostrado. Y se agradece, porque son cosas que en pequeñas dosis no molestan, pero que cuando dejan de ser la novedad y, sobre todo, cuando llevan el peso de los episodios, pueden convertirse en una auténtica tortura.

A cambio, nos han enseñado a un buen puñado de gente con más o menos talento, pero casi todos ellos con un nivel mínimamente aceptable. Lo que no significa que se hayan dedicado a mostrarnos solo a gente que llegaba a Hollywood, conste, porque justamente ahí está otro de los cambios de la temporada. Después de varios años en los que todos los jueces decían si alguien pasaba o no pasaba casi al unísono y sin ningún tipo de crítica constructiva, ahora de repente no siempre están de acuerdo. Y, sobre todo, argumentan sus opiniones de tal manera que estarás de acuerdo o no, pero no sientes la imperiosa necesidad de ponerlos en mute cada vez que abren la boca.

¿Más cambios? Pues que por lo visto el fracaso estrepitoso de la temporada pasada ha hecho mella y los productores han aprendido la lección: al público le gustan las guitarras. Que no es que sea nada nuevo (nada más hay que echar un vistazo a la lista de ganadores de ediciones pasadas), pero supongo que para asegurarse de que todo el mundo sepa que sí, que este año tienen guitarras, han dejado usarlas de acompañamiento en las audiciones, cosa que antes no era así. Y yo desde luego no me voy a quejar. Más guitarras habitualmente significa menos gorgoritos y menos acrobacias vocales, y teniendo en cuenta que hay pocas cosas que me saquen más de quicio que ese afán por cantar veinte notas donde debería haber dos, no podría estar más contenta. Aparte de que da para audiciones tan buenas como esta.

Claro que el cambio más llamativo (y el que yo personalmente agradezco infinitamente) nos lo encontramos con el nuevo grupo de jueces. Para empezar, quitarse de en medio al pesado de Randy (que, de todos modos y porque no pueden hacernos felices del todo, aparecerá más adelante haciendo algo así como de mentor, puesto en el que ya veremos si resulta tan molesto como cuando estaba de jurado o no) ha servido para quitarnos el peso muerto que eran sus opiniones vacías, sus patadas al diccionario y su estupidez general. Y cuando sustituimos ese peso muerto por un acierto tan tremendo como es Harry Connick Jr. necesariamente vamos a salir ganando con mucho. Admito que iba predispuesta a que me gustara Harry, pero ni yo esperaba que fuera a gustarme tanto. Por sí mismo, aporta conocimiento musical y sentido común, pero también muchísimo sentido del humor. Y, por si fuera poco, ha servido para revivir por completo a Keith, que la temporada pasada acabó estando apagadísimo y ahora vuelve a tener opiniones y, sobre todo, resulta divertidísimo cada vez que se pone a hacer el tonto con Harry. Pero es que hasta JLo, que nunca ha sido santo de mi devoción, está simpática y soportable, y hasta aporta un punto de vista (no técnico) que encaja bien en el conjunto.

Con todos estos cambios, al menos a mí han conseguido hacerme recuperar la confianza que tenía en el programa, y eso no es poco mérito. Por supuesto, aún es muy pronto en la temporada. Aún nos queda todo Hollywood, aún nos queda otra etapa intermedia que no tengo muy claro cómo irá este año y, especialmente, aún nos quedan las galas. Lo que evidentemente significa que mucho puede cambiar todavía y las promesas de estos primeros episodios podrían quedarse en nada. Pero por lo pronto me han dado lo suficiente para confiar en ellos, recuperar la ilusión y pensar que esta tiene muchas papeletas para convertirse en una gran temporada.

¡Saludos!

PD: Ya no me queda claro si hay que amar u odiar Girls, pero para mí sigue estando en lo alto de todas mis listas. Por ahora esta temporada me está gustando tanto como siempre, o más. Me encantan sus personajes, me encanta su honestidad, me encanta todo, absolutamente todo.

0 comentarios: