5 jul 2012

Living in reality(land). Part 2.

El otro día estuve hablando de talent-shows varios, realities musicales y todos esos derivados. Bueno, en realidad pocos derivados, porque como siempre empiezo a hablar y no callo y al final hablo de tres cosas y media y tirando. Pero bueno, que la cosa es que se me quedaron unos cuantos en el tintero, así que hoy toca la continuación de esa mini-guía de realities que empecé (lo de llamarla mini-guía es un decir, que ya ni me fío de mí misma. Bueno, vale, antes tampoco, pero ahora lo admito y todo). 

Ya que el otro día estuve hablando de realities musicales, o de alguna manera cercanos a ese concepto, hoy voy a alejarme un poco, pero sin alejarme demasiado y empezar hablando de The Glee Project. Porque sí, oficialmente TGP es algo así como un reality en el que intentan buscar a la siguiente estrella de Glee, con sus canciones, y sus bailecitos y todo lo demás. Lo que ya de por sí es un concepto bastante WTF, pero es que además no tiene nada que ver con lo que lo convierte en un programa tan absolutamente fascinante. Porque todo el que haya visto más de un episodio de TGP sabe que en realidad de lo único que trata es de ver cómo el tarado de Ryan Murphy tortura psicológicamente a pobres críos indefensos (o algo), "analizando" sus traumas infantiles (o falta de ellos, que en este caso es aún un trauma mayor, porque qué clase de ser humano que se precie no viene de casa con veinte traumas infantiles) mientras les pone cara de aburrimiento/asco. Todo ello, por cierto, para adoptarlos tal cual como personajes de la serie, porque otra cosa no, pero Ryan Murphy además de estar como una regadera y ser un personaje fascinante y aterrador, es más vago que la chaqueta de un guardia, y eso de crear personajes, cuando te los pueden dar hechos, pues como que no se estila. En general, lo más adecuado para describir el freak-show que es TGP es decir que es como cuando te quedas mirando un accidente, que sabes que deberías apartar la vista, pero que simplemente no puedes dejar de mirar. Pues eso. Y puestos a hablar de realities trash, no puedo no hablar, al menos un poquito y por encima, de America's Next Top Model. Conste que no he visto más que algunas temporadas (es el típico reality que voy viendo de vez en cuando, cuando me apetece no quemar neuronas), pero lo que he visto me ha resultado, con sus más y sus menos, bastante entretenido. Es decir, es lo que es, Tyra hablando de Tyra y contando cosas sobre Tyra y sobre cómo Tyra es grande y maravillosa y estupenda porque para eso es Tyra. Y es un montón de tías encerradas en una casa y tirándose de los pelos. Y es drama y conversaciones estúpidas (pero mucho. En plan, la conversación de Nicole y Kyle en el ciclo 5 sobre los pájaros es totalmente impagable). Y es Tyra pronunciando la palabra "photo" (en serio, cada vez que lo dice me entra la risa). Oh, y tiene este momento (sí, la primera temporada es cutrérrima, que parecía que la habían grabado por ahí en el salón de su casa), que debería ser de obligado visionado por  lo épico que es. Claro que si hablamos de cosas tan trash como esta, hay que hacer mención también a uno con el que he empezado esta temporada, y con el que me lo estoy pasando pipa, y que es Hell's Kitchen. De nuevo hay gritos, peleas, muchísimos pitidos, gente taradísima y un montón de inutilidad junta. Todo eso situado en una cocina, con lo que añadimos el factor riesgo de tener a toda esta gente rodeada de objetos como cuchillos. Oh, y Gordon Ramsay pegando gritos a diestro y siniestro, lo que siempre es divertido. Lo que digo, un must.
Y ya que decía que este último tenía que ver con cocinas y demás, cambio un poco de tercio, me dejo de realities trash y paso precisamente a los realities de cocina. Precisamente a la vez que empecé con Hell's Kitchen, le di una oportunidad a Masterchef (USA), que la verdad es que hasta ahora no me había llamado especialmente. Para explicar un poco de qué va, varios concursantes tienen que ir cocinando platos en función de una serie de pruebas que les van poniendo, de manera que en cada episodio van eliminando a alguno, hasta que al final solo queda un ganador. ¿Habéis visto qué bien me explico? Pues bueno, la verdad es que al menos esta última temporada me está gustando bastante, y no descarto verme las anteriores cuando acabe con esta. Un formato bastante similar, solo que con concursantes que, al contrario que en Masterchef, sí que son profesionales, es obviamente Top Chef, que es probablemente de los más conocidos. Es un programa bastante entretenido, con platos curiosos y personalidades... digamos también que curiosas, aunque, claro, el nivel de entretenimiento depende mucho de cada temporada (por ejemplo, mis favoritas son la 2, la 3 y la 6). Otra variación de lo mismo, solo que centrado en postres y tartas y demás titadas es Top Chef: Just Desserts. Personalmente, me gusta menos que Top Chef, aunque el drama de la 1ª temporada hizo que fuera bastante divertida. La 2ª temporada, en cambio, me dejó bastante indiferente.
Claro que este mismo formato de realities de Bravo puede aplicarse a muchas otras cosas y no solo a algo relacionado con la cocina. De hecho, antes que Top Chef llegó Project Runway (que ahora está en Lifetime, pero que empezó en Bravo), esta vez con diseñadores como protagonistas. Y precisamente este fue de los primeros realities no-musicales que vi, y tuve una época en la que estuve bastante enganchada. De nuevo, tiene sus mejores y peores temporadas, pero algunas son imprescindibles (yo aún me lo paso pipa con algunos momentos de la 2ª, por ejemplo). Y así, podemos seguir adaptando el formato a otras cosas, y obtenemos, por ejemplo, Work of Art, esta vez con artistas de todo tipo, y bastante interesante y entretenido también (tanto la primera como la segunda temporada). O el fallido (aunque sus momentos entretenidos y personajes sí que tuviera) Platinum Hit, que juntaba a varios compositores y los ponía a componer canciones.

Después de haber hablado ya de todos estos, y teniendo en cuenta que hace no tanto tiempo yo apenas veía realities, cualquiera diría que ya he terminado, pero no. Aún me quedan algunos que no sabría ponerlos en ninguno de los grupos anteriores, y sobre los que voy a hablar muy brevemente (sí, en serio), lo que no quiere decir que no merezcan la pena. Por un lado, tengo que decir que el verano pasado, por eso del tiempo libre y que soy débil y voy a ver casi cualquier reality que me propongan, vi por primera vez Big Brother (edición USA), y me lo pasé estupendamente bien. A los que no hayan visto nunca el programa, les recomiendo que le echen un vistazo, y que no vayan con la idea del GH español, porque no se parecen excesivamente. Es decir, en el de USA el público no pinta nada en las decisiones sobre quién se queda y quién se larga de la casa, y eso hace que todo sea mucho más interesante. Evidentemente, hay cutre-pruebas, gente inútil y gente hablando a gritos, pero entretenido es un rato. Vamos, que lo empecé sin demasiadas expectativas, me acabó gustando mucho y este año estoy deseando que empiece. El verano pasado, por cierto, también le eché un vistazo a Love in the Wild, una especie de The Bachelor + The Bachelorette + una gymkana cualquiera. Y hombre, entretenido más o menos, y absurdo un rato, pero con una temporada voy sobrada, así que la segunda no la he empezado.
Siguiendo en este saco de realities que poco tienen que ver unos con otros, puedo seguir un poco presentando The Pitch, una propuesta muy interesante que emitió la AMC esta temporada en la que, en cada episodio, dos agencias de publicidad compiten por un determinado proyecto. En los cuarenta minutos que dura cada episodio (son ocho episodios, si no me equivoco), vamos viendo las distintas etapas del proceso creativo, y luego al final las presentaciones de ambas agencias. A cualquiera que le interese mínimamente el mundillo de la publicidad le podría merecer la pena echarle un vistazo, aunque sea por curiosidad. A mí me gustó bastante, y lo cierto es que ni me habría enterado de su existencia si no me hubieran avisado.
Para terminar, voy a hacer mención a dos realities de un formato algo distinto, es decir, no de competición, en el que lo cierto es que ando aún un poco perdida, porque no he visto demasiados. Por un lado, este año me lo pasé muy bien viendo Comic Book Men, el reality sobre Kevin Smith y sus amigos, ambientado en su tienda de cómics. Vaya por delante que no entiendo absolutamente nada sobre cómics, pero aun así no me aburrió en absoluto, sino más bien todo lo contrario, así que lo recomiendo hasta si sois totalmente ajenos al mundillo. Y el segundo reality que no es de competición y que justamente estoy viendo estas últimas semanas (entre otras cosas porque es cuando se ha estado emitiendo) es Breaking Pointe, ambientado en una compañía de ballet, y sobre el que ya comentaré algo más un día de estos, porque ahora que se va a acabar (al menos la temporada, aunque no sé yo si lo renovarán) me apetece bastante dedicarle una entrada.

Y creo que ya sí que sí, con esta entrada doy por terminada mi pequeña guía de realities. Aunque, aun con todos los que he nombrado, se me habrán quedado unos cuantos en el tintero. Y, por supuesto, aún hay muchos que no he visto, así que acepto recomendaciones.

¡Saludos!

PD: Estos días estoy volviendo a ver The IT Crowd, por eso de que les he convencido a mis hermanos de que le echen un vistazo. Y creo que me estoy riendo tanto o más que la primera vez que la vi. Qué momentos tan geniales tiene, por favor.

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