20 may 2010

Y cómo volví a caer en Gossip Girl

Lo que me pasa a mí con esta serie es surrealista. Ya van dos temporadas en las que me pasa lo mismo.

Y es que yo empecé viendo la primera temporada sin pensar que me iba a gustar. Y me gustó, vaya si me gustó. Tuve mis más y mis menos con unos cuantos personajes, pero la serie tenía su encanto. Por supuesto, cuando se empieza a ver Gossip Girl hay que ir con las ideas claras y saber qué vas a ver. Porque como esperes otra cosa (o vayas con la actitud de "no, esto es para niñatos sin cerebro") te va a parecer un bodrio como la copa de un pino. Yo no empecé con ella así; tenía curiosidad por ella y no me decepcionó.

Disfruté como una enana con muchas (que no todas) de las tramas. Y adoré a Blair por encima de todas las cosas. Y a Chuck casi tanto como a ella.

Sin embargo, la segunda temporada me dejó mucho más fría. Tuvo momentos que me entretuvieron, pero en general tampoco me dijo mucho.

En cuanto a la tercera... Empezó mal. Muy mal. Tan mal que cuando llegó el parón ni me di cuenta de que había desaparecido de mis martes y, cuando volvió, me planteé muy seriamente que se quedara ahí.
El paso a la universidad (o a no hacer nada, en el caso de Serena) no les sentó bien a los personajes que habían estado más en su salsa cuando estaban en el colegio. Blair perdió toda su fuerza y su mala leche (bien empleada) para convertirse en una niñata llorona y quejica (y aun así siguió siendo de mis personajes favoritos. No es muy difícil imaginarse entonces cómo estarían los demás). Con Chuck (suspensión de la incredulidad aparte a la hora de enfrentarse a sus tramas, que en esta serie si no vas ya con el chip cambiado, mal vamos) pasó algo parecido. Además, estos dos personajes, al menos tal como han acabado llevándolos esta temporada, funcionan mejor con una TSNR de por medio que felizmente emparejados. Porque mientras han estado emparejados se han anulado el uno al otro y, hasta que no han empezado con dramas y movidas, no han vuelto a resurgir.

De todos modos, tampoco es que les haya sentado muy bien a los que teóricamente se deberían haber lucido con este cambio de escenario. Vanessa ha estado tan petarda como de costumbre, y Dan ha sido el mismo quiero y no puedo de todas las temporadas.
De Nate no diré mucho, porque es de esos personajes que da igual el tiempo que se peguen chupando cámara, que para mí pasan totalmente desapercibidos.

Pero no todo ha sido malo. De hecho, he disfrutado bastante con estos últimos capítulos y, a su manera, ha vuelto a reengancharme. Es más, la trama del padre de Serena (especialmente durante el penúltimo capítulo de la temporada, que es cuando más la desarrollan) me mantuvo pendiente de la pantalla durante todo el tiempo, algo que esta serie no había conseguido durante mucho tiempo.

Por eso, creo que Gossip Girl sigue siendo tan Gossip Girl como siempre. Porque no hay serie que consiga engancharme y desengancharme tanto, tan continuamente y con tanta intensidad.

Y por eso, y dado que se abren unas cuantas puertas al final de la temporada que no tienen mala pinta, empezaré la cuarta esperando que no se duerman en los laureles como les pasó con esta. Espero ver a Blair recuperando su personalidad y genialidad ahora que parece que va a estar en un ambiente mucho menos aburrido (y más temporada 1) que NYU. Me mantengo escéptica en cuanto a lo que corresponde a Chuck. Y Georgina, aunque el momento del final con Dan me lo vi venir desde que aparece tan tapadísima al principio, siempre es un aliciente para ver la serie (eso sí, nada de volver rubia a mi Michelle Trachtenberg nunca más).
En cuanto a Serena, me conformo con que la mantengan como esta temporada. Nunca he sido demasiado fan del personaje, ni de Blake y sus muecas, pero si antes se me hacía molesta, esta temporada me ha resultado hasta simpática. Muchas veces dan ganas de darle un par de collejas a ver si espabila, pero es que su tontería es tan propia del personaje que tiene hasta sentido.

Por el lado contrario, Jenny cada día me saca más de quicio. Mira que al principio me gustaba el personaje, pero ahora simplemente me resulta odiosa. Ella, Taylor Momsen y sus estilismos del infierno (jum, debería hacer alguna entrada dedicada exclusivamente a estilismos por el estilo. Y a peluqueros que odian a los actores a los que tienen que peinar, o si no, que se lo digan a Jared Padalecki :P). Aunque, por otro lado, tanto enredo culebronesco a veces le viene estupendamente a esta serie.
En cualquier caso, por lo que sé no va a estar en parte de la temporada que viene, lo que supongo que será un respiro.

Porque yo lo tengo claro: con la cuarta empiezo. ¿Acabaré? No lo sé, probablemente. Si aquí sigo, después de seguir con ella en lo bueno y en lo malo (malísimo :P).

¡Saludos!

PD: Una de las cosas más fascinantes de la temporada, sin embargo, ha sido ver cómo iban todos los Upper East Siders sin otra cosa que hacer a ver a Dorotta :P.
PD2: Y otra de las cosas que más me fascinan no ya de la temporada, sino de la serie en sí, es cómo un chaval de 15 años se puede pasar media vida de paseo por el mundo y que sea lo más normal del mundo (seh, hablo de Eric).

4 comentarios:

Anónimo dijo...

En este tipo de series sólo se puede caer en época de exámenes, cuando cualquier alternativa empieza a parecerte interesante ante la perspectiva de pasarte todo el día estudiando. Yo mismo, sin ir más lejos.... ¡Ahí va, una mosca!¡Voy corriendo a perseguirla, adiós!

BabyCatFace dijo...

Juas, yo en época de exámenes multiplico el número de series que veo (normalmente me engancho a alguna y luego me vuelvo a descolgar, que bastantes llevo ya).

Un telespectador más dijo...

Pues yo no he podido con el final, para mi demasiado surrealista y muy incoherente con los personajes, no me ah gustado nada. De hecho ya no le paso más, conmigo no cuentan en la siguiente temporada, y si es cierto que Chuck ha muerto, mucho menos.

Saludos!

BabyCatFace dijo...

Bueno, si muere Chuck, probablemente me descuelgue yo también, que básicamente la veo por él y Blair (y cuando sale Georgina, por Georgina).

De todos modos, yo es que con esta serie y los surrealismos tengo mucho aguante. Normalmente suelo pedir un poco de coherencia interna, pero es que si hiciera eso, hace mucho que habría abandonado Gossip Girl. Así que me conformo con que me entretenga, y los últimos capítulos de la temporada lo han conseguido.